Temperatura de la tierra

En el último siglo, tras el inicio de la revolución industrial, la temperatura de la Tierra aumentó 0,7 ºC.

El 14 de febrero de 1990 la nave espacial Voyager 1, a una distancia de 6.000 millones de kilómetros de la órbita terrestre, tomó una fotografía en la que la Tierra se ve como una simple mota de polvo suspendida en la oscura noche del universo.

Se trata de una de las fotos más famosas en la historia de la ciencia. El astrofísico Carl Sagan le rindió un homenaje a la singular imagen, y por supuesto al diminuto objeto fotografiado, al escribir: “Mira ese punto. Eso es aquí. Eso es casa. Eso es nosotros. En él se encuentra todo aquel que amas, todo aquel que conoces, todo aquel del que has oído hablar, cada ser humano que existió… Nuestro planeta es una mota solitaria de luz en la gran envolvente oscuridad cósmica. En nuestra oscuridad, en toda esta vastedad, no hay ni un indicio de que la ayuda llegará desde algún otro lugar para salvarnos de nosotros mismos”.

Sagan terminaba recordando algo que olvidamos con demasiada facilidad. Que la Tierra es el único mundo conocido hasta ahora que alberga vida: “No hay ningún otro lugar, al menos en el futuro próximo, al cual nuestra especie pudiera migrar. Visitar, sí. Colonizar, aún no. Nos guste o no, en este momento la Tierra es donde tenemos que quedarnos”.

La sencillez de los argumentos de Sagan contrasta con la complejidad de las negociaciones que desde este martes tendrán lugar entre representantes de 196 naciones en Cancún, México. Durante dos semanas, más de 5.000 delegados de Conferencia de la ONU sobre Cambio Climático intentarán una vez más avanzar hacia un acuerdo que permita detener el calentamiento global.

En el último siglo, tras el inicio de la revolución industrial, la temperatura de la Tierra aumentó 0,7 ºC. La probabilidad de que esto sea consecuencia de la mano del hombre con su poder de deforestación y sus industrias emisoras de gases de efecto invernadero es del 90% según el Panel Intergubernamental de Cambio Climático que reúne científicos de todo el mundo. La línea roja que se ha trazado en los termómetros, es que no debemos permitir que la temperatura global suba más de 2 ºC este siglo. De lo contrario, los efectos sobre la naturaleza son impredecibles.

Una tarea que parece imposible al revisar los intereses de algunos países que tomarán asiento en Cancún. Estados Unidos, uno de los dos mayores emisores de gases de efecto invernadero, llega con las manos atadas porque su ley de cambio climático se hundió en el trámite legislativo. Los países árabes, dependientes de la economía del petróleo, seguirán haciendo todo lo posible por trabar el acuerdo por cualquiera de sus puntos débiles. Los Pequeños Países Insulares que desaparecerían con el aumento del mar exigen una meta menor de 2 ºC. Países como Venezuela y Bolivia han usado esta plataforma internacional para atacar los modelos de desarrollo capitalistas. Todo esto mientras China, Brasil, India y Sudáfrica, las mayores economías de los países en vías de desarrollo, buscan esquivar compromisos que frenen sus economías en expansión.

Después del fracaso en la Cumbre de Copenhague el año pasado, el pesimismo es la moneda corriente en la cita con los mexicanos. Andrea García, una de las negociadoras del equipo colombiano y experta en ciencias forestales, sabe que las cosas no serán fáciles: “Creemos que sacar algo importante es posible. Pero estamos en una circunstancia en que sale todo o no sale nada”. Y que no salga nada es bastante más posible a que salga todo.

El 2010 ha sido un año de intenso trabajo para los negociadores. García, por ejemplo, estuvo por fuera del país casi cuatro meses del año por cuenta de los compromisos internacionales: tres negociaciones oficiales en Bonn, una en China y otra en Cancún; tres reuniones con el grupo de Cartagena, del que forman parte 32 países que intentan posiciones conciliadoras en la Convención de Cambio Climático;  dos veces en las reuniones del Major Economies Forum que aglomera a las potencias económicas y donde Colombia fue invitado como observador; más cuatro reuniones convocadas por los mexicanos que ofician como anfitriones este año.

“Creo que de Cancún podría salir todo un paquete de decisiones que cimienten el progreso que llevamos hasta ahora y sirvan de plan para la negociación en 2011 de un acuerdo jurídicamente vinculante”, explicó. Las “decisiones” son herramientas muy importantes dentro de la ONU. No son tan fuertes como un Protocolo, pero tampoco tan débiles como una simple declaración.

En esa línea está el gobierno mexicano, que a través de la canciller mexicana, Patricia Espinosa, en entrevista con la agencia de noticias EFE esta semana se mostró prudente pero confiada en que la cita permita aprobar la creación de un fondo financiero a largo plazo, un Fondo Verde, para apoyar a las naciones en desarrollo en su lucha contra el cambio climático. Según Espinosa, se podrían aprobar las reglas generales para el funcionamiento del fondo, que recibiría hasta US$100 mil millones anuales “pero probablemente no se podrá acordar qué tipo de institución lo gestionará”.

Al lado de las negociaciones sobre financiamiento están los temas de mitigación, adaptación y transferencia de tecnología. Últimamente ha cobrado importancia el de asuntos jurídicos. Esos son los cinco ejes sobre los que giran las conversaciones multilaterales.

Para el ex ministro de Medio Ambiente Carlos Costa, la expectativa de lo que puede acontecer en Cancún es mucho menor que la del año pasado. Cree que los árabes seguirán intentando frenar el acuerdo, que Estados Unidos tiene poco margen de maniobra y la gran pregunta para él es qué va a pasar con China, Brasil, India y Sudáfrica. En su opinión, sería valioso si la Convención adopta el acuerdo de Copenhague que se firmó a última hora y en el que se fijaron algunos compromisos de reducción de emisiones entre los países, así como otras medidas. “Si un solo país se opone, no se puede adoptar ninguna decisión”, advierte.

Para Wendy Arenas, que toma parte de la alianza Amazonas 2030, sería muy importante para América Latina que por fin se instaure el mecanismo REDD +, un programa para reducir emisiones a partir del control de la deforestación y la degradación forestal.

Fabio Arjona, director ejecutivo de Conservación Internacional en Colombia, opina que sería un gran avance si se saca adelante REDD +, se crea el fondo de financiación prometido desde Copenhague y los países industrializados fijan unas metas de reducción de emisiones.

En dos semanas se sabrá qué tan eficiente es el multilateralsimo para resolver los problemas globales. Mientras tanto mejor no olvidar ese refrán mexicano que dice: “No le tenga miedo al chile, aunque lo vea colorado”.

ElEspectador

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